January 30 , 2017:
by Pablo Montanaro
- Doménica se recibió en la Universidad Federal de Río de Janeiro, pero abandonó su país cuando observó el potencial de trabajo que ofrecía Neuquén.
- Actualmente coordinan el Museo de Geología y Paleontología de la Universidad Nacional del Comahue.
NEUQUÉN
Podría decirse que en aquellos días de agosto de 2003, el paleontólogo Juan Porfiri concretó su mayor descubrimiento cuando en una campaña de extracción de dinosaurios en Mato Grosso conoció a Doménica Santos, una joven bióloga brasileña especializada en paleontología como él, que trabajaba en el Museo Nacional de Río de Janeiro.
La pasión de ambos por investigar cualquier evidencia de vida en el pasado confluyó en numerosas charlas durante los más de veinte días en que se extendió la campaña. Antes de volverse a Neuquén, Juan no dudó en invitar a la joven brasileña a unas jornadas de paleontología de vertebrados en Santa Rosa, La Pampa. A partir de ese momento, decidieron no sólo compartir su trabajo profesional sino también sus vidas. Hoy viven en la capital neuquina y coordinan el museo de Geología y Paleontología de la Universidad Nacional del Comahue, donde desarrollan tareas de investigación, preservación y difusión de actividades paleontológicas.
Doménica (38 años) no dudó a la hora de decidir ser ella quien abandonara su país, fascinada por lo que Neuquén le ofrecía. “La falta de vegetación hace que Neuquén sea un lugar único en el mundo para hacer paleontología. En Neuquén no tenemos la vegetación que tenemos en Brasil, por lo tanto los fósiles están a la vista de cualquiera. Eso fue lo que influyó para venir acá, además de que estaba recontra enamorada de Juan”, explica.
Desde chico, Juan se sintió atraído por las plantas, ya que su padre y su abuelo trabajaron en viveros de General Acha, La Pampa, donde nació hace 41 años. Pero al ingresar a la universidad se inclinó por la paleontología. “A los 21 años, junto a un amigo nos íbamos en bicicleta a sacar gliptodontes. Hacíamos 15 kilómetros en bicicleta con bolsas de yeso y agua, y volvíamos cargados con los materiales”, cuenta.
Tiempo después, en 2001, aún siendo estudiante, aceptó la invitación de dos reconocidos paleontólogos de la zona, Rodolfo Coria y Jorge Calvo, para participar en dos importantes descubrimientos. Uno en la Sierra Barrosa, a 30 kilómetros de Plaza Huincul, donde hallaron restos de un dinosaurio carnívoro de más de 6 metros de longitud, bautizado con el nombre de Murusraptor, emparentado con el Megaraptor. El otro se produjo en la zona del lago Los Barreales donde encontraron restos de un saurópodo del tipo titanosaurio que vivió en la zona hace 87 millones de años y pesaba más de 70 toneladas.
“Ese primer contacto que tuve con los dinosaurios fue un impacto fuertísimo. Yo venía de trabajar con mamíferos en La Pampa donde podías encontrar un animal completo de un metro y medio, y acá un fémur de dinosaurio medía más de un metro y medio”, precisa.
Su mujer cuenta que en su infancia leía libros sobre dinosaurios y en el secundario se interiorizó por los peces.
El estudio, la investigación, las campañas y las excavaciones forman parte de la vida cotidiana de la pareja. “No tenemos cómo escapar de este mundo que nos fascina. Hablamos de nuestros proyectos todo el día. Nos conocemos así”, explica la madre de Lara (11 años) y Valentino (4). “Lara se crió en el lago Los Barreales, aprendió a hablar y caminar mientras hacíamos las excavaciones”, describen.
Para Doménica, el trabajo que desarrollan tiene algo de aventura al estilo Indiana Jones. “Salir al campo no es para cualquiera porque tenés que meterte en lugares inhóspitos donde sólo podés entrar con vehículos 4x4, cruzando cañadones. Lo que para algunos es una travesía para nosotros es el único camino que tenemos para acceder al lugar donde están las piezas de un dinosaurio".
Su marido coincide y agrega: "Todo eso que vivimos antes de llegar al lugar donde nos ponemos a excavar no aparece en la foto cuando descubrimos las piezas. Por ejemplo, cuando estuvimos en Mato Grosso, las travesías que teníamos que hacer para llegar al sitio eran tremendas, el Dakar era un poroto al lado de esas expediciones”.
Porfiri se entusiasma cuando menciona las experiencias que vivió durante los hallazgos que pueblan su vasto curriculum vitae. Por eso afirma que cuando excava “uno se olvida de la vida, el tiempo se te puede pasar rapídisimo limpiando una vértebra”. Y agradece tener la posibilidad de "desenterrar algo que nunca nadie vio en el mundo”.
GARRAS Y TORTUGAS
Los hallazgos inolvidables
Entre los numerosos hallazgos que realizaron, Juan Porfiri destaca cuando en 2014 encontró las garras del Megaraptor, un dinosaurio carnívoro que habitó en el actual territorio de Neuquén hace 80 millones de años. "Sacamos un fémur grande, levantamos una costilla y en ese momento caen dos garras enormes", contó. Su mujer, Doménica Santos, recuerda el descubrimiento que hizo en un sitio de Brasil de gran cantidad de tortugas y cocodrilos "que estaban uno encima del otro y eran del Cretácico, de unos 80 millones de años".
https://www.lmneuquen.com/una-pareja-que-vive-lo-indiana-jones-buscando-dinosaurios-n537666
|