August 25 , 2016

by jimena núñez larraín

En pocas horas, la noticia estaba plasmada en los principales titulares de periódicos del mundo. “Esta es la huella de dinosaurio más grande hallada hasta ahora” titulaba la portada online de CNN en Español; por su parte, “El Heraldo” de México informaba “Descubren la huella de un gran depredador jurásico en Bolivia”.

El portal de la BBC Mundo salía con el titular: “Así es la inmensa huella de dinosaurio hallada en Bolivia”; claro que no se quedaron atrás “The Guardian” de Inglaterra, “El País” de España y muchos otros más.

Así, todo el mundo volcaba su mirada e interés hacia Bolivia. No era para menos, se acababa de descubrir la huella más grande en el mundo de un dinosaurio (1.15 metros de largo); en este caso, un Abelisaurio que vivió en el periodo Cretácico y que fue un feroz depredador.

Allí, en medio de tanto regocijo mundial, en un domicilio de la ciudad sucrense, un hombre sencillo, de 25 años sentía palpitar su corazón por una emoción diferente a la de los demás: él fue quien encontró la enorme huella; aunque, en algunos portales ni siquiera reconocieron su participación en el hallazgo.

maragua, un tesoro

Luego de un par de repiques telefónicos, el silencio se rompe cuando se escucha la voz de Grover Marquina Kanaza y tras las presentaciones respectivas y vencer el escepticismo que sentía por el interés de la entrevista, este guía de turismo comienza a contar cómo fue su experiencia detrás de uno de los descubrimientos más significativos de la paleontología moderna.

Para este joven, especializado en senderismo, la historia comenzó hace dos meses atrás, cuando fue contratado por un grupo de extranjeros para realizar senderismo o “trekking”, como se conoce este deporte en inglés, y Marquina había decidido llevarlos a la zona de Maragua, distrito 8 de Sucre.

Esta localidad ubicada a 70 kilómetros de Sucre, posee, entre otras atracciones turísticas -como señala el periódico local Correo del Sur- una de las “Siete Maravillas de Chuquisaca”: un yacimiento sobre un sinclinal de más de 20 kilómetros que constituye una impresionante formación geológica correspondiente a la era Mesozoica del periodo Cretácico.

extra cámaras

“Estábamos caminando por el sector y una inmensa huella llamó mi atención; pero, como no estaba seguro me quedé callado y no dije nada al grupo de turistas con los que estaba”, cuenta Marquina.

Pero, aquella huella estaba impreganada en la memoria del guía y se prometió a sí mismo regresar al sitio, esta vez para sacar fotos y medir la escala de la pisada gigante; ya que en la primera vez no tenía el equipo necesario para documentar su descubrimiento.

No pasó mucho tiempo antes de que Roxana Acosta, funcionaria pública, tomara contacto con él para que realice

un trabajo en su área profesional para la Gobernación de Sucre.

Le propuso a Grover Marquina, profesional de turismo, titulado en la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca, que realice un trabajo de georreferencia de los sitios arqueológicos del distrito 8; cuyos resultados serían empleados en la “Puesta en Valor de los Yacimientos Paleontológicos de Maragua y Potolo” y en el diseño de nuevas rutas turísticas.

Una agradable coincidencia, ya que en esa región se encontraba el cráter Maragua, donde Marquina se había topado con la huella fosilizada.

“Mi trabajo consistió en sacar fotos de huellas de saurópodos, también me animé a sacar fotos de esa huella gigante, que de acuerdo a mis mediciones tenía 1.20 centímetros de largo. Al retornar informé acerca del hallazgo a la funcionaria y ahí comenzaron a buscar expertos paleontólogos”, recuerda.

Las autoridades de Sucre respectivas tomaron contacto con Sebastián Apesteguía, doctor en Ciencias Naturales con Orientación en Paleontología de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina.

“Primero mandamos las fotos en un DVD al paleontólogo argentino y luego nos comunicamos por Facebook; él estaba sorprendido de la imagen”, señala.

Apesteguía llegó al lugar y confirmó que esa huella es la más grande hallada hasta el momento. Para Grover Marqui-na, desde un punto de guía de turismo, mostrar a los turistas esta huella podría incrementar la afluencia de turistas a esa región.

“Hay mucho que hacer, sobre todo en los pueblos cercanos al sitio de la huella, se debe concientizar a la gente”, analiza Marquina.

VALIDACIÓN CIENTÍFICA

A finales de julio la noticia salió a la luz en los medios de información. Poco después y con más calma, comenzaron a salir algunos detalles y situaciones que se desconocían.

La huella se descubrió en el yacimiento paleontológico más importante del mundo, al sur de Bolivia, en el sector de Kinsa Saruska, a 64 kilómetros al noreste de la ciudad de Sucre.

La impresión del dinosaurio mide 1.15 metros de largo. De acuerdo a publicaciones científicas, este tipo de impresiones mide entre 85 y 100 centímetros; pero este hallazgo rompe ese esquema.

Hasta ahora el récord de la huella de un dinosaurio carnívoro más grande descubierto se encontraba en Nuevo México y medía 110 centímetros, cinco menos del que fue encontrado en territorio nacional.

Debido a la magnitud del hallazgo arqueológico, las autoridades chuquisaqueñas buscan el respaldo internacional de la comunidad científica, por lo que acudieron a Sebastián Apesteguía, quien es un gran conocedor de los hallazgos de esta región boliviana, ya que radicó hace más 12 años

en Chuquisaca, para dirigir el proyecto del Parque Cretácico, donde el principal atractivo es “Cal Orcko”, aquella enorme pared de roca que mide más de un kilómetro de largo y 80 metros de altura y que cuenta con miles de pisadas de dinosaurios.

Apesteguía declara en la revista scientificamerican.com: “Nosotros tenemos en América del Sur lo que llamamos la edad de los gigantes que tuvo lugar a principios del Cretácico Superior, hace unos 100 a 90 millones de años. Pero en Suramérica para fines del Cretácico, supuestamente no quedaban dinosaurios realmente grandes y sin embargo aquí esta este”.

ÚLTIMOS DATOS

Para el paleontólogo la huella pertenece a un Abelisaurio, un linaje de dinosaurios depredadores que se cree tenía entre siete y nueve metros de largo y que vivían en tiempos del Cretácico en América del Sur; ahora quiere confirmar su clasificación.

En la entrevista publicada en scientificamerican.com y redactada por el periodista Eduardo García, lo más impor- tante para el paleontólogo argentino es identificar la identidad de la huella y por supuesto darla a conocer. “Es hora de que se traiga el tema sobre el tapete de lo científico y no solo de la prensa”.

Los paleontólogos tienen que comparar las huellas conocidas de los Abelisaurio y de otros grupos cercanos, para determinar la identidad de la huella, explica el experto.

Los Abelisaurios fueron criaturas depredadoras de dos patas. Animales que contaban con una poderosa mandíbula; aunque su estatura alcanzaba más de 12 metros, tenía brazos atrofiados y características para rivalizar con el más conocido y famoso “Tyrannosaurus rex”, o tal vez incluso con un rapaz de gran tamaño llamado Megaraptor –una criatura feroz que fue identificada antes en la región de la Patagonia-.

Los científicos creen que el asteroide apocalíptico que causó la extinción de los dinosaurios golpeó la Tierra hace unos 66 millones de años; por lo tanto, se creía que los dinosaurios más grandes habían existido en el continente hace 100 millones de años.

Este descubrimiento permite establecer a la comunidad científica que los dinosaurios gigantes vivieron en la última parte del periodo, algo que no se había establecido hasta ahora, dijo Sebastián Apesteguía.

Se han encontrado en Bolivia, así como en Chile, Brasil y Argentina, impresiones fosilizadas de dinosaurios que datan del periodo Cretácico temprano; pero, este reciente hallazgo es todavía más impresionante, ya que está ayudando a los científicos a entender aún más la vida en nuestro planeta y la de las criaturas que la habitaron hace millones de años.

Se espera que a finales de este mes retorne el investigador argentino para proseguir con las investigaciones científicas de la huella y brinde mayor información sobre la misma.